5 | La Destilación como procedimiento/prótesis
La Destilación como procedimiento/prótesis: fundamentos, condiciones necesarias y virtudes intrínsecas
Fundamentos
Llegado este punto del proceso, me
pregunté si era correcto llamar a esto Destilación, o si se trataba sólo de un
bonito nombre de fantasía.
Destilar es separar las sustancias componentes de una mezcla
líquida mediante la vaporización y la condensación selectiva.
La proposición supone, entonces, que
el Ecos Diarios -por caso- es una mezcla líquida. O más en general: que existen
textos líquidos. Y por lo tanto, que existen textos sólidos. Y acaso gaseosos,
pero no nos compliquemos tanto. Textos líquidos y textos sólidos.
Descartamos lo textos sólidos, precisamente, por sólidos.
Textos que, como todo sólido, “...oponen resistencia a cambios de forma y de
volumen (...) sus partículas se encuentran juntas y correctamente ordenadas
(...) tienen una gran cohesión y adoptan formas bien definidas...” (Sólido;
Wikipedia). Inequívocos, inmutables, indudables, inconfundibles. Íntegros.
Forjados a golpes de razón, son pura clausura y prescripción de lecturas,
expresión transparente y unívoca del pensamiento del autor, donación violenta
de imágenes preformateadas. Nada contra ellos, pero no se pueden destilar. A lo
sumo habilitan ser dinamitados.
Se trata, entonces, de contar con un material textual en
estado líquido: “...fluido altamente incomprensible (...) con un
volumen definido pero no con forma fija (...) formado por pequeñas partículas
vibrantes de la materia (...) capaz de fluir y tomar la forma de un
recipiente...” (Líquido; Wikipedia). Y que, además, resulten mezclas
líquidas, y no líquidos puros. Esos tampoco nos sirven. (Un buen poema,
arriesgo por ahora, es líquido puro-puro).
Entonces,
¿cuáles son esos componentes que permanecen mezclados, y que evaporamos para
separar? ¿Y cuáles recuperamos, condensación selectiva mediante?
Tomemos
esto de manera provisoria, y aceptemos la denominación, seguramente imprecisa;
pero yo los llamo: los Significados y los Sentidos.
Significado
y Sentido no son la misma cosa. Un viejo y sostenido equívoco, (acaso no
inocente), los transforma una y otra vez en sinónimos, cuando en realidad
remiten a experiencias de conocimiento y comunicación bien diferentes. Creo que
es fundamental -para el arte, pero más para la vida- lograr enunciar la
diferencia entre significado y sentido.
Llamo
aquí significados a esa clase de enunciados duros, unidireccionales, transparentes,
axiomáticos, preceptivos; que piden ser entendidos -y entendidos tal cual son;
que encierran en sí un extraño ideal de comunicación: la identificación
absoluta del receptor con el mensaje; que concentran toda su información en una
única capa-superficie bajo la cual no hay nada más (tampoco sobre ella); que son
reflejo especular, nítido y directo de la cosa.
Y llamo sentidos a esa otra
clase de enunciados más blandos, difusos, velados, que más que indicar, excitan
vínculos y encadenamientos impensados; vibración de motivos en resonancia,
refracción de posibles; proyección espectral hacia el pasado o el futuro de la
cosa presente; territorio de lo inconcluso, lo fragmentado, lo fallado y hasta
de lo vacío, desde donde se despliegan, no obstante, múltiples horizontes de
posibilidades; armónicos, en fin, casi infinitos, de ese sonido primero que es
la cosa.
La Destilación evapora significados y sentidos, pero sólo
recupera -condensados- los segundos.
La
Destilación es un mecanismo de lectura activa.
Se estructura en tres momentos:
Evaporación, Condensación y Deriva. En rigor, estos tres momentos no están del
todo escindidos: en cada uno hay presencia -en mayor o menor medida- de los
otros dos.
El
momento primero, la Evaporación, es lectura desenfocada y extracción.
Consiste, en primera instancia, en definir una unidad de
lectura del texto-líquido de origen. Luego hay que hacer foco en él de tal
manera que comiencen a vaporizarse los elementos más significantes -paradójicamente
más pesados pero más volátiles- y eso permita emerger los elementos de sentido
-más livianos pero más densos.
La acción física correspondiente consiste, sencillamente, en subrayar
las frases que emergen, a simple vista, como proveedoras de sentido, en
relación con las siguientes y/o anteriores subrayadas. Luego se transcriben en
una hoja en blanco, para su posterior condensación/redacción.
Esto
exige un tipo de mirada, se podría decir, idiota, desenfocada. Una buena
analogía -casi palabra por palabra- es la del juego de estereogramas:
Un estereograma es una imagen
tridimensional oculta en una imagen bidimensional, sin ningún tipo de
polarización ni emulsión. Su visualización se realiza sin gafas especiales ni
lente alguna, simplemente haciendo un pequeño esfuerzo de concentración visual
y mental.
Los estereogramas esconden en su
patrón dos imágenes similares con ligeras diferencias, colocadas de tal modo
que se logra la visión tridimensional al interpretar el cerebro esas
diferencias como volúmenes y profundidades.
No es fácil ver un estereograma;
pero una vez que se aprende la técnica es relativamente sencillo. La idea es
desenfocar la vista de la imagen, de manera que al no fijarla en la imagen
bidimensional podamos captar la perspectiva, porque si miramos al plano de la
imagen directamente sólo veremos una textura plana. La imagen virtual se forma
cuando los ojos se concentran detrás del plano de la imagen, como si
quisiéramos ver a través de ella, con la mirada perdida, como se suele decir.
Como nuestros ojos no están
acostumbrados a hacer semejante cosa sino a converger sobre la imagen, se
requiere un poco o un mucho de paciencia para aprender a verlos. Algunas
personas los ven casi instantáneamente, mientras que a otras les lleva horas.
El momento segundo, la Condensación,
es reescritura-sin-escritura: religamiento, redacción/montaje de lo dado en
razón de sus funciones sintácticas. El resultado es un nuevo texto-líquido, con
propiedades marcadamente diferentes de las del original.
El tercer momento, la Deriva, es
extrapolación, desvío y ramificación; excursión hermenéutica desde y hacia el
producido destilado, y acaso nuevas destilaciones y etcétera, espiral ad
infinitum.
Condiciones
necesarias y virtudes intrínsecas
La experiencia realizada hasta aquí
permite extraer algunas conclusiones acerca de ciertas pautas necesarias para
el diseño y el buen funcionamiento de los procedimientos/prótesis, a saber:
1) Establecer
un conjunto de prescripciones, restricciones y prohibiciones severas e
inamovibles para el tratamiento del material de origen;
2)
Definir un modo sistemático de
depósito social del producido, que no tenga carácter comercial/espectacular
sino funcione como convite y acto de separación;
3)
Sostener a ultranza la gratuidad
absoluta a lo largo del proceso; gratuidad en todos los sentidos: no
especulación acerca de los resultados, ni acerca del valor de uso ni el valor
de cambio del producido;
4)
Mantener la menor distancia posible
entre lo cotidiano y lo extra cotidiano: no se trata de producir arte, sino
buena vida; (el producido puede ser parecido al arte, como en este caso, o
parecido a cualquier otra cosa);
5)
No considerar como “obra” al
producido, sino como nueva materia sensible, propiciatoria de nuevas
intervenciones propias o ajenas;
6)
Vivir solo; ser moderadamente pobre,
no ser extremadamente pobre; permanecer fuera y lejos de los centros
geográficos y simbólicos de producción y circulación, que imponen tiempos,
formas, valores y cantidades de otra escala y naturaleza.
Por
último: todas las cosas del mundo -ya se sabe- pueden leerse como un texto.
Pero los textos más líquidos y propiciatorios para el destilado son los
productos de la mala literatura: la resaca, lo fallado, lo mal hecho y mal
terminado. Y afortunadamente, nuestra cultura es una fuente inagotable de mala
literatura.
En
ese sentido -y también en razón de algunas de las condiciones expuestas más
arriba- el procedimiento se revela alegremente “ecológico” y anticapitalista:
en lugar de producir nuevas porquerías y donarlas a la cultura, recicla
-destilando- la basura acumulada.
Y de esa manera reconvierte en
misterio grandes porciones de esa clausura lustrosa y pedante (filo fascista,
se diría) que tanto abunda en el arte de Occidente.
La Ciudad Destilada
Comentarios
Publicar un comentario